Si existe un vocablo del cual se usa y se abusa todavía hoy es el de democracia, uno de los conceptos más arraigados de la historia civilizada.
Se han dado varias definiciones sobre dicho término. Pero el más universal es el de Abraham Lincoln en la Proclamación de Gettysburg de 1861: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. De ahí se han derivado las que aparecen en los diccionarios: es el sistema en el cual el pueblo interviene o participa en el gobierno de la sociedad.
Una sociedad organizada debe tener un gobierno que exista para el pueblo. Ese gobierno democrático debe ser elegido y controlado por su gente. Esa es la idea desde la civilización griega hasta hoy.
La diferencia entre otros modelos que se dicen democráticos y el cubano es que en el nuestro el proceso no termina con la etapa electoral, sino que desarrolla efectiva y genuinamente la participación popular en el sistema de gobierno, verdadero contenido del concepto democracia, que busca alcanzar la igualdad posible entre los hombres. Lo demás es pura ficción, mera utopía.
El principio esencial de nuestra democracia, desde sus primeros pasos fundacionales (Matanzas, 1974), fue convertir jurídicamente en realidad la participación de las masas en el ejercicio del poder estatal en todas sus instancias, aspiración lograda fruto de una cultura cívica superior.
En Cuba existe un sistema electoral genuino, auténtico y singular coherente con la definición antes citada de Lincoln y con total amparo legal. Primero, en la Constitución de la República en sus artículos del 204 al 210 se establecen los principios que la sustentan y una norma específica que es la Ley 127.
Esta Ley 127, Ley Electoral del 13 de julio de 2019, regula la organización y funcionamiento de los procesos dentro del sistema electoral cubano, los que no discurren en un solo acto, sino que se trata de un conjunto de procesos de participación popular: las organizaciones de masas y estudiantiles proponiendo los futuros candidatos, la labor de la comisión de candidatura, los delegados nominando y, después, el acto legitimador del voto directo y secreto.
La norma, de amplias garantías, otorga el derecho a cualquier ciudadano cubano con capacidad legal y mayor de 16 años a elegir y también ser elegido (para diputado debe ser mayor de 18 años) hasta para ocupar los más altos cargos del Estado, directamente o por medio de sus representantes elegidos, que se traduce en un efectivo ejercicio del poder del pueblo.
La institucionalidad en cualquier sociedad moderna tiene un carácter inevitablemente representativo. En la nuestra, el ciudadano delega parte de sus potestades en sus representantes electos y estos ejercen una función de intermediación entre el individuo y los órganos de dirección de la sociedad.
A partir de mi experiencia personal de más de 30 años en estas lides, soy un convencido de que no es una obra terminada. Este es un proceso en construcción que se perfecciona y puede ser superado cada vez más hacia formas más efectivas de participación ciudadana, y de mayor vínculo con los electores.
Es una meta, pero son varias e importantes las innovaciones que se han introducido al sistema, a sus métodos y mecanismos, y constantes los esfuerzos que se hacen en esta dirección que superan con creces a las llamadas democracias representativas que hoy se encuentran sumidas en una profunda crisis estructural, en el que manda el que más dinero tenga para financiar campañas publicitarias y debates televisivos, donde se sacan “todos los trapos sucios”, incluyendo promesas que generalmente no cumplen después.
Un escaño en nuestra Asamblea Nacional entraña una sostenida vocación al servicio público, de ser voz del sentir y latir de sus electores. Esta es una ardua y compleja tarea en función de ampliar y consolidar el proceso de ordenamiento jurídico con su cronograma legislativo previsto en la Constitución, estimular la participación y el control popular como genuino ejercicio de gobierno, convertir a los barrios en escenario principal de la acción transformadora y, al municipio, en centro de la vida económica y social del país, entre otros importantes encargos.
En cumplimiento del artículo 3 de la Ley Electoral, el pasado primero de diciembre de 2022, el Consejo de Estado libró la convocatoria para la realización de elecciones nacionales, el domingo 26 de marzo de 2023, para elegir a los diputados que constituirán la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La Constitución de la nueva Asamblea Nacional para su X Legislatura tendrá una composición inferior a la actual, en cuanto a la cantidad de diputados, que será de 470 en esta oportunidad, al haber cambiado la proporción de habitantes (1x30 mil) en el país. De ellos, 26 representarán a la provincia en el máximo órgano del poder del Estado en Cuba.
Una mirada a la integración de la candidatura por Guantánamo muestra un reflejo de nuestra sociedad y su diversidad, se ratifican como propuestas solo cinco diputados, y como esencia del sistema 12 son delegados de circunscripción, lo que incorpora un profundo componente popular.
No es una candidatura de dirigentes, como algunos mal se expresan por desconocimiento de nuestras esencias. Hay compañeros que, por las importantes funciones que cumplen, ya sean en el Estado, el Gobierno, el Partido, las organizaciones de masas o en una empresa tienen que estar en los análisis, debates, y toma de decisiones trascendentes para la vida del país, pero también los hay médicos, deportistas, artistas, juristas, trovadores, especialistas y funcionarios del Poder Popular, en fin, el pueblo mismo.
La exhortación o el llamamiento al voto unido no es una consigna ni una imposición, es una estrategia revolucionaria, una línea esencial desde el punto de vista del mantenimiento de la unidad como estandarte de todos los patriotas, para garantizar nuestra cohesión como identidad de todo un país.
Es a mi juicio un antídoto contra la brutal campaña de descrédito hacia la Revolución y su sistema político. Por eso, y por más, el 26 vamos por los 26 diputados de Guantánamo.
Sitio digital Venceremos
Escrito por MSc. Ángel Rafael Ferro Martínez // Ilustración: Miguel Antonio Dalmau Poveda
Publicado el 20 de marzo de 2023
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