- Dailin Chibas Goico
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A buen resguardo
Sus vidas dejaron de ser un bregar sin rumbo por las calles, para sentir la comodidad de colchones que sustituyen las duras superficies sobre las cuales conciliaron el sueño tantas veces. En la escuela Batalla de Jobito, de la ciudad de Guantánamo, personas con conductas deambulantes experimentan sensaciones nada parecidas a las del pasado.
En la tranquilidad del centro educacional, 10 individuos descansan en el salón de la televisión, equipo devenido principal pasatiempo. Está el que con lápiz y papel asume su propio acto de creación sin necesitar título de artista, le basta con lo que es capaz de imaginar, como José Ángel Fuente Vinent, a quien desde pequeño le gusta pintar.
Hasta ellos llegan los miembros del equipo de Prevención, y entre saludos poco convencionales, impuestos por la COVID-19, intercambian con todos; un diálogo familiar desplaza el silencio.
La habilitación de esta escuela para atender a los deambulantes, forma parte de las medidas del Consejo de Defensa Municipal en medio del actual panorama sanitario. En el traslado de ellos se involucra por estos días personal del Centro de Salud Mental, Trabajo y Seguridad Social, la Policía Nacional Revolucionaria, entre otros.
“Los registros del Centro de Salud Mental y de la Dirección de Trabajo y Seguridad Social en el municipio, más la ayuda de la población, contribuyeron a localizar a estas personas. Desde el 24 de marzo comenzamos a llevarlos al sitio donde se crearon las condiciones, se les asegura desayuno, almuerzo, comida y tres meriendas en el día, así como artículos de aseo.”
Lo anterior lo explica María Victoria Wilson, especialista en Prevención y Trabajo Social, quien acotó que la mayoría son personas dependientes del alcohol, y padecen problemas psiquiátricos.
Son muchas las historias tras los rostros de aquellos que permanecen ahora a buen resguardo, desde el que vivía en una cueva y cuando llegó no aceptaba siquiera dormir en el colchón, hasta el infortunio de quienes quedaron sin familia o casa como consecuencia de erradas conductas y actitudes personales.
“¿Cómo no me voy a sentir bien? Acá de vez en cuando ayudo en lo necesario, regar las plantas, barrer; la atención es buena”, son las palabras de Wilfredo Tejeda Salazar, un errante con historia: a los 20 años combatió el apartheid en Angola e insiste, “para que el periodista lo sepa”, que él también encontró por estos días en este sitio un hogar y una familia.
Mientras termina de degustar el almuerzo, José Fuentes Nieto califica como bueno el menú, nada queda en la bandeja, solo regala unas breves palabras:
“Mejor que en casa”, remarca Fuentes Nieto, y la frase queda en la agenda como la mayor expresión de gratitud del señor a quien algunas canas le salpicaban la barba.
Todos permanecen con pijamas, uniformados, la realización del test rápido es parte del procedimiento seguido con ellos al llegar al centro, donde un equipo de enfermera, médico y asistente permanece las 24 horas a su cuidado, pendiente a los horarios de quienes tienen tratamiento farmacológico u otras necesidades.
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