Henry Rodríguez Terrero, Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular (AMPP) presidió una reunión de análisis en torno a la fundamentación del Escudo de Armas concedido a la actual ciudad del Guaso en marzo de 1875 mediante Real Orden del Reino Español, cinco años después del otorgamiento del título de Villa, del cual se cumplen 150 años el venidero primero de diciembre.
Durante la reunión, celebrada en la sede de la AMPP, se escucharon diferentes criterios, incluido el de la Vicepresidenta Idaliena Diaz Casamayor, sobre la propuesta del Historiador de la Ciudad, José Sánchez Guerra de que se incluya en ese símbolo a la Palma Real, cubanísimo elemento que formaba parte del proyecto original y fue vetado por el poder despótico español.
Dicha proposición se presentará a los delegados a la Asamblea Municipal durante la XX sesión ordinaria de ese órgano, correspondiente al XVII período de mandato, prevista para el próximo sábado, a la cual serán invitados muchos de los participantes en el encuentro de hoy, en representación de la Oficina de Patrimonio, el sectorial de Cultura, las organizaciones que agrupan a los periodistas cubanos (UPEC), intelectuales (UNEAC), historiadores (UNHIC), comunicadores sociales (ACCS), la Universidad de Guantánamo, la Escuela Provincial del Partido y otras instituciones.
A diferencia de otros escudos otorgados por las autoridades coloniales, durante el siglo XIX, el de nuestra ciudad posee alegorías representativas de su espléndida geografía, economía, su valle de más luz, la amplia bahía, montañas circundantes, café, azúcar, tabaco, y en el centro una colmena en alusión a la laboriosidad de sus habitantes.
Insistió el Historiador de la Ciudad en que mientras en los escudos de otras localidades predominan los símbolos del poder despótico español (fortalezas, iglesias y hasta perros, símbolo de sumisión), en el de Guantánamo prevalecen los distintivos geográficos y económicos, motivos para sentirnos orgullosos de él y para celebrar los “150” que se avecinan, con sobrada justificación.
Por Pablo Soroa Fernández
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